En Made by Bloom, crear no empieza en el taller. Empieza en silencio, en el bosque, en la orilla, en esos lugares donde la Tierra habla a quien escucha lo que ella cuenta en silencio. Cada pieza nace de una caminata consciente, de una mirada atenta y una presencia amorosa.
Recojo lo que la naturaleza me ofrece sin pedirlo: una flor caída, una concha solitaria, un pétalo que parece hablar de alguien. Y a cambio, siempre devuelvo algo. A veces una piedra colocada con intención, otras veces una ofrenda que nace del corazón: agua, semillas, incluso una palabra. Todo gesto cuenta.
Nunca recojo más de lo que necesito. Siempre intento crear el menor impacto posible en el entorno. No altero el color ni la forma de lo que encuentro. Porque la belleza ya está ahí. Porque no se trata de transformar, sino de elevar.
Un proceso lento, con sentido
Para mí, la belleza no es solo algo superficial, sino un ritual íntimo que conecta con lo más profundo de una misma.
Después de cada recogida, seco o prenso las flores con mimo. Las guardo durante un tiempo, el necesario. Algunas piezas esperan su momento para nacer. Otras se componen solas, como si el elemento ya supiera qué quiere ser.
Como quien guarda una carta o un recuerdo: con cuidado, con respeto. Uso resina no para cubrir, sino para conservar. El resultado es una joya que no se repite. Porque la naturaleza tampoco lo hace.
Recordar lo que somos
Crear con elementos naturales no es una moda, ni una estética. Es una forma de recordar que somos parte de la Tierra, que ella nos acoge, nos nutre y nos recuerda lo que somos. Como una madre silenciosa que siempre espera nuestro regreso.
Las trementinaires: sabiduría caminada
En Cataluña, las trementinaires recorrían caminos con plantas y ungüentos hechos a mano. Conocían el bosque y cada flor. Hoy he descubierto esta figura con respeto y ganas de aprender de su sabiduría: cómo recolectaban, cuándo lo hacían, cómo se relacionaban con la Tierra. Aunque no elaboro remedios, me interesa conocer las propiedades de las plantas, porque en joya, su energía sigue viva.
Una joya, un altar
Cada joya que creo es un pequeño amuleto. Un gesto simbólico. Una forma de decir: esto tiene valor. No porque brille, sino porque me recuerda quién soy.
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Con cariño,
Nora